Por Pablo López

La historia del parapente en Merlo se remonta a los principios de la actividad en el país. En el año 1991, durante el mes de Junio, realizamos un viaje de expedición bajo la iniciativa de Ricardo Sava, para encontrar lugares aptos para la práctica del Parapente, ya que esta actividad aún no se conocía en Argentina, salvo por unos pocos colegas de aquel entonces. Fue con Riky Sava que me inicié en el parapente, después que volvió de su estadía en Suiza con ganas de comenzar la actividad en el país. Desde ese entonces casi inmediatamente me di cuenta que ésta era la actividad que quería para mí y desde ahí no paré hasta hoy, que sigue siendo el eje de mi vida y dedicación absoluta.

El viaje, que comenzó en Buenos Aires, con dirección hacia las sierras, sin mucha planificación más que salir y ver, terminó en Merlo. Después de pasar por Los Gigantes, (de Tanti a Taninga), donde hicimos el primer vuelo de montaña, también Los Tuneles y de ahí a Merlo, donde encontramos un lugar que prometía, más allá de los impedimentos de la época, principalmente la falta de un camino de ascenso y de despegues establecidos, las características de las sierras y su clima nos mostraron algo que finalmente resultó ser lo que es hoy en día.

En esos días pudimos realizar los primeros vuelos de la historia del lugar, desde un despegue improvisado, subiendo a pie hasta 200 o 300 metros de altura por una senda que se le llama “Cuesta del Tren”, sobre la reserva del “Rincón del Este”. Fueron los primeros ensayos de una actividad desconocida hasta entonces, con unos equipamientos primitivos, los cuales nos permitían ponernos en el aire por unos escasos minutos o segundos. Desde aquel momento quedó plasmado en el cielo de Merlo una nueva alternativa, el sueño más primitivo del hombre, volar.

Pasaron tres años de ese viaje hasta que decidí volver a Merlo, con la idea de instalar una escuela de vuelo en la montaña, con la necesidad creciente de dedicarme al parapente en un lugar propicio. Llegamos en el mes de Noviembre del año 1994, junto con mi amigo y socio en ese entonces Pablo Duich, con quien pudimos apreciar que el camino, que antiguamente llegaba hasta la base de la sierra, (tirolesa), lo habían extendido hasta el “Mirador del Sol”, desde donde planteamos el despegue oficial.

Por esos tiempos no era más que una loma enfrentada al valle sin construcciones ni más obstáculos que dos espinillos, para los cuales obtuve un permiso de remoción de la municipalidad, y que personalmente corte, a modo de ceremonia, ya que son una especie autóctona y protegida, pero habían crecido justo en la zona de carrera de despegue. A partir de ahí comenzó en Merlo la actividad de parapente de manera oficial, vuelos de bautismo y primeros vuelos para alumnos en curso.

Cumplimos con la propuesta, permanecer durante la temporada de verano del `94-`95 y testear el lugar. Concluimos en que se trataba de una zona excelente para el vuelo libre, con buenas posibilidades, pero algunas limitaciones, falta de ascenso a despegues más altos y poca frecuencia turística durante las épocas de baja temporada, lo que hacía imposible sobrevivir de la actividad en aquel entonces.

Por esos tiempos también estaba llegando Marcelo Gordillo, actual director de la escuela “El Nido” que se estableció primeramente en Carpintería, en donde habían abierto un camino al despegue que se podía transitar a duras penas con un Unimog, o bien normalmente a caballo. Desde ahí continuó la actividad en el valle.

Un día, volando hacia el norte, llegando a Merlo desde Carpintería, pude ver lo que mis ojos no acreditaban, estaban continuando el camino que llegaba desde Merlo al Mirador del Sol hasta arriba de todo!!, al filo. Fue desde ese entonces que todo cambió radicalmente en el lugar. Se estableció una Mega zona de vuelo, lo que es hoy actualmente. El acceso a los despegues es la clave para poder aprovechar el potencial de la zona. Todo el cordón serrano, de norte a sur, posee muy buenos despegues, muchos, pero todos sin acceso.

Marcelo Gordillo estableció el actual despegue de “El Nido”, que actualmente funciona durante todo el año. Sumando todas las posibilidades que ofrece la zona, podemos decir que estamos frente a uno de los mejores lugares de vuelo del mundo, con un potencial hasta hoy desconocido, el cual estamos intentando dar a conocer mediante nuestros desafíos.

Luego de mi partida de la zona, hacia viajes alrededor del mundo por el parapente, competiciones, cursos y entrenamientos, decidí volver a establecerme. Construí mi casa y comencé nuevamente con la actividad. Pasado un tiempo, decidí abrir un nuevo despegue, al que llamé SAT, en honor al equipo acrobático más famoso de todos los tiempos. La tarea de abrir un despegue no es cuestión fácil. La zona debe contar con muchas variables favorables, que, combinadas, dan lugar a una zona de vuelo. Existía sobre la ladera que da al norte una zona aún no explorada, a un poco más de la mitad de la altura de la sierra, justo sobre el camino, la cual usaba yo personalmente para despegar sin tener que subir hasta arriba.

Con el correr de los años pude notar que las condiciones aerológicas eran un tanto diferentes en esa zona que en la parte más alta, brindando un lugar de despegue más a mano, rápido, bien expuesto a los vientos predominantes, con buena pendiente…en fin, el lugar. Hoy día es uno de los despegues más frecuentados por todos, es el primero de la subida, y generalmente está bueno para volar ahí mismo.

Actualmente la actividad de parapente en Merlo es una alternativa principal de la zona, donde los turistas disfrutan de vuelos biplaza, en donde pueden sobrevolar la zona sin ninguna experiencia previa. La gente nos comenta que viaja especialmente a Merlo a volar en Parapente. Los pilotos locales, que cada vez son más, hacen del lugar una “rutina de vuelo”, esperando a los días más propicios de brisas suaves del valle hacia las sierras.

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