Por Didier Favre

El ser humano como tal es un animal que inspira temor en el resto de especies de nuestro planeta, depredadores…en la gran mayoría lo somos; nuestros colores, tintineos y destellos metálicos son signos de peligro para el resto de especies…..depredadores…..cima de la cadena.

Hay una clara excepción, aún poco comprendida, sin suficiente lógica de explicación:

Cuando vuelas con aves: gallinazos, águilas, cóndores….has percibido que se logra una cercanía casi mágica?, girando concéntricos nos miramos de reojo para respetar el giro, a pocos metros, pero sin miedo. Los colores puros de la evolución como el gris y el café, giran a escasos metros del beep, el fucsia, las gafas, el metal…..sin miedo.

Imaginas lo monstruoso que debería resultar para un ave tal encuentro?, un mastodonte de colores volando a escasos metros?, colores vivos, sonidos nuevos, dimensiones, metal y cabono, competencia vs. supervivencia……y sin embargo: no hay miedo.

El misterio de esa cercanía fugaz, salvadora, persiste en cada nuevo encuentro, las reglas del vuelo parecen superar las de los siglos. Giramos juntos a escasos dos metros, como en una tregua de especies, limpios, sin cuentas por saldar, eficientes; arruinaremos el momento con un giro anticipado en busca de triunfo o un flash inesperado, pero el ave no hará más que girar respetándonos como visitantes, a lo mucho una mirada de molestia por nuestro error, a la final el vuelo libre no es una invención del hombre y sólo mientras estás allí, en el giro, viviendo el momento…..comprendes el sentido de volar, cuando vuelves a tierra guardarás muy dentro esas imágenes que ninguna go-pro puede revivir con suficiente veracidad y magia.

Vuelo con aves…..vuelo sin miedo.