Por David Farías
Poco a poco vamos llegando al sitio. Entre saludos y buenos días, vamos iniciando una conexión necesaria entre nosotros y ese espacio encantado. Esa sincronización no es instantánea, suele llevarnos un tiempo y hasta hay días que no se logra. Todos sabemos o intuimos lo que es ese momento, lo esperamos, lo ansiamos.
Presentimos que en algún momento la magia llega. Circulan mates, buenas anécdotas, chistes, enseñanzas, aprendizajes, siempre mirando de reojo para comprobar que las señales dan buenos presagios. Esperamos y esperamos hasta que de pronto y casi al mismo tiempo todos entran en ese trance inexplicable; «se puso«!!
Todo de conecta, se sincroniza, se arma y uno a uno vamos despegando poseídos como esos seres vivos que encandila la luz y ya no pueden más que ir hacia ella. Hasta los que quedan en tierra mirando se dan cuenta que en ese acto hay algo extraordinario. Lo presienten, lo sospechan… por eso se quedan mirando también atraídos por ese fenómeno que nos reúne en un ritual casi sagrado, casi religioso pagano… Son unos minutos preciados, esperados; éxtasis compartido donde el trance con la Pacha Mama nos hace tocar el cielo.
NOS HACE VOLAR!