por Volker Shwaniz

Los pilotos experimentados lo saben: las mejores ascendencias se dan en primavera, pese a que en verano las temperaturas son, sin duda, mucho más altas y se dispone de más horas de insolación. ¿Cuál es la razón?

La clave para entender este fenómeno está en echar un vistazo a la evolución de las temperaturas con la altitud a lo largo del año, porque la diferencia de temperaturas entre los niveles alto y bajo es un requisito previo al desarrollo térmico.

Esta ilustración de la evolución de la temperatura a 1500m ASL y horas de luz solar en función del tiempo (correspondiente a Arlberg, Austria). La temperatura (zona azul) avanza por detrás de la luz solar en primavera (área amarilla), pero se adelanta en otoño, lo que provoca el incremento de la estabilidad que observarnos el transcurso del año.

En el gráfico, la línea naranja muestra las posibles horas de luz solar (lo que da una idea del efecto de calentamiento del suelo) en el transcurso del año. En el hemisferio Norte el máximo se alcanza el 21 de junio, y el mínimo el 21 de diciembre (y al revés en el hemisferio sur). El gráfico negro y la zona azul inferior muestran la temperatura media a 1500m ASL (sobre el nivel del mar) en la región alpina. La regla horizontal entre ambos muestra claramente que el calentamiento anual de la masa de aire va claramente por detrás del máximo de luz solar disponible. Por eso el exceso de energía es mayor en primavera y las térmicas mas potentes.

En verano la intensidad de la luz solar comienza a decrecer, pero la temperatura en altura continúa aumentando durante algún tiempo todavía, razón del aumento de la estabilidad porque la combinación de ambos factores contribuye al debilitamiento de la actividad térmica. Y aunque nuestra sensación sea la de encontrarnos en pleno estío, el punto en el que las gráficas se encuentran indica que las condiciones básicas para el desarrollo de altas y potentes térmicas de han deteriorado significativamente en poco tiempo.

Si un sistema de altas presiones se asienta, tendremos una masa adiciona de aires estable con escasas diferencias térmicas entre el suelo y las capas altas, fortaleciéndose la estabilidad. Por último, el aire caliente del verano puede contener mucha humedad e incrementar el riesgo de desarrollo de tormentas.

 

 

 

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