Por Alvaro Santi.

Experimento mis primeros viajes, alejándome de mi nido en mi querida Carpintería, tratando de “ ver” las térmicas, intentando dibujarlas en mi mente.

Con la angustia de querer subir y la expectativa de avanzar, sabiendo que al aterrizar voy a mirar el cielo y desear seguir volando.

Esta vez recibí un regalo. Salgo de la base de una nube , se ve el paisaje hermoso de las sierras
y el valle , y llega El, dueño del aire que vuelo, su mirada fija en mi , lo sentí como un amigo, lo
salude , le agradecí y también le pedí que marque el rumbo, lo seguí, me siguió, hizo vuelos
rasantes sobre la vela, fue intenso, por momentos lo sentía irreal, mágico.

Estoy agradecido y bendecido por realizar esta actividad… ¿quién no soñó alguna vez con volar?.

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