Hemos sido invitados a participar a una aventura a las que pocas veces un piloto tiene posibilidad de vivir: la de descubrir y volar por primera vez un sitio de montaña. Es decir que no se trata sólo de caminar y volar (Hike & Fly), sino algo mucho más rico y complejo: analizar, estudiar, mirar y volver a mirar un lugar para recién hacer el intento de subir y volar, entre amigos, para luego compartir la experiencia, volver a mirar el cerro, analizar e intentar quizás sacar algunas conclusiones. De la primer parte se encargaron los pilotos más experimentados, claro está. A la cabeza Ale Pachocki, quién fue el mentor de este proyecto de estudio, expedición y vuelo. El lugar: Mutquin, Catamarca Argentina.

Mutquin es una pequeña localidad situada al pie del faldeo del cordón montañoso conocido como Ambato, cuyo pico más alto es el del Cerro Manchao de 5.550 msnm. El pueblito se encuentra a unos 1500 msnm y a muy pocos kilómetros del Cerro Manchao lo que lo hace fácilmente distinguible por su imponente presencia. El resto de la pared montañosa oscila los 4.000 metros aproximadamente en esa zona.

Nunca se había volado en parapente desde ese lugar, lo cual generó en la localidad una gran expectativa. Sus cerros son parte de su paisaje cotidiano al que sólo acceden a volar cóndores, jotes, águilas y por supuesto otra gran gama de aves de menor porte.

Agradecemos a Ale Pachocki y su equipo de pilotos y amigos por esta invitación pero sobretodo agradecemos a todos los que nos recibieron con enorme calidez humana y amabilidad, en especial a los colaboradores de la Dirección de Turismo, quiénes ofrecieron vehículos hasta la base de la montaña, mulas y caballos para subir parte del equipo y poder facilitar el ascenso a la zona elegida, a la cual llegamos luego de una hora de caminata aproximadamente.

El punto de despegue elegido a unos 2400 msnm y contaba con un desnivel de 700 metros aproximadamente en relación al aterrizaje en una cancha de fútbol en Mutquin y a unos 3.5km. Luego con 400 metros de desnivel teníamos una mesada más próxima al despegue (1.5km).

Se lograron muy buenos vuelos en general, a pesar de los bajos techos relativos, (hasta 2700 metros), y aunque el día no ayudó por su gran estabilidad podemos decir que el lugar tiene un gran potencial para el vuelo libre, aunque aún habría que seguir explorando la zona.

Ha sido una experiencia que nos ha contactado con la esencia del vuelo libre. Ver a la montaña con la admiración y respeto de la primera vez nos hizo recordar los primeros pasos hacia los primeros vuelos, volver a sentir «mariposas en la panza» fue la señal de que estábamos haciendo algo nuevo. Y a eso fuimos.

Ojalá disfruten de este resumen, y ojalá se contagie la curiosidad por descubrir nuevos lugares, que son nuevos horizontes.

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